¿Camagüey a la Serie del Caribe?

logo-serie-del-caribeSí, no se asombre. El título de este post no es un error. En términos gramaticales, los sintagmas “Camagüey” y “Serie del Caribe” pueden coexistir pacíficamente en una misma oración. Desde el punto de vista del béisbol, sin embargo, es casi imposible.

Resulta una verdadera lástima que los amantes del deporte nacional en ese terruño no cuenten con un equipo capaz de representar a Cuba en un evento así, cuando otras novenas del país sí reúnen las condiciones para aspirar en serio.

¿Por qué? Muy sencillo, porque antes se debe ganar la Serie Nacional, y los pésimos resultados de las selecciones camagüeyanas echan por tierra cualquier probabilidad de que eso suceda, al menos en el futuro cercano.

Más allá de problemas objetivos como la formación en la base o la dirección de la mismísima primera categoría, o subjetivos como la falta de motivación, entrega o combatividad sobre la grama, existe otro argumento fundamental –que también aqueja a toda la Isla– para explicar tal fracaso: el éxodo de atletas.

De este tema, condenando al ostracismo por años, ya se habla -por suerte- desde hace algún tiempo, aunque de Camagüey muy poco. Por lo que es mi intención demostrar que es esa -la marcha, la ida, el abandono, la “traición”, o como quieran llamarle- la principal causa -que no la única- por la cual la pelota camagüeyana al más alto nivel vive una de sus peores épocas.

No hay una sola provincia cubana que haya salido ilesa de este fenómeno. De las más afectadas, ahora mismo podemos repasar la nómina de Cienfuegos, por solo citar un ejemplo, y nos daremos cuenta de que en dos años ha perdido a todas sus figuras.

toros-camaguey-beisbolA los Toros les ha sucedido algo similar, solo que en un período más largo de tiempo. En vez de un disparo directo al corazón, la plantilla tricolor se ha descosido poco a poco, y cada temporada en que muestra signos de recuperación sufre otra herida que la vuelve a desangrar.

Si les menciono algunos nombres como Adalberto Ibarra, Leslie Anderson, Yusquiel García, Ricardo Estévez, Yankiel Flores, Dariel Alvárez, Daniel Carbonell, Lednier Ricardo, Dayron Varona y Elier Sánchez, podríamos llegar a varias conclusiones. Veamos.

En primer lugar, vale la aclaración de que todos se marcharon de forma individual y en momentos diferentes, así que los ubiqué por el orden en que lo hicieron, empezando por Ibarra, en el año 2008.

Otro elemento de peso lo constituye que cada uno de los jugadores de posición de este grupo pudieran ser hoy en día regulares en la alineación ganadera. Los lanzadores, sin tanto renombre, llegaron a ocupar un puesto decente en la rotación y, salvo Elier, que ya había visto sus mejores años pasar, los otros dos se fueron cuando mejor lo hacían.

De este grupo, más de la mitad llegó a vestir el uniforme de Cuba al menos en una ocasión, lo que habla de su calidad. Y lo más llamativo radica en que, excepto Anderson y García, los demás tienen menos de 30 años de edad, por lo que se encuentrarían en su plenitud atlética.

No pretendo atiborrar estas líneas con estadísticas. El buen entendedor ya tiene las pruebas suficientes para comprender mi apuesta. Este es el motivo por el que no puedo concordar con varios especialistas, incluso de la televisión nacional, que a inicios de la actual campaña decían que este “sí era el año de los Toros”, solamente por disponer de un director nuevo o haber llegado a la final del torneo Sub 23.

Para imponerse en la Serie Nacional se necesita mucho más y comienza por no tener que sustituir a tus mejores hombres cada año; pero también requiere que, tanto los que permanezcan como los que lleguen nuevos, entreguen hasta lo último de su alma en el terreno.

El éxodo de peloteros no puede convertirse en la razón para justificar todos los males que presenta el béisbol en Camagüey. La estampida que enfrenta nuestro pasatiempo nacional es una situación que nos sobrepasa a todos y -lamentablemente- no parece tener para cuando acabar, mas todos los aficionados que cada serie acuden al Cándido González saben que existen otras “actitudes” que también influyen, y bastante, en el marcador adverso de los partidos.

La Serie del Caribe es un certamen al que cada uno de los camagüeyanos tenemos derecho a soñar -¿qué nos queda, si no eso?- aunque con los actuales resultados de la provincia corremos el riesgo de caernos de la cama. Mucho debe cambiar la pelota, la vida misma, para llegar a vivirlo de verdad.

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