La belleza del béisbol

frederich-cepedaEn la foto Frederich Cepeda está contemplando el home plate del estadio Cándido González, de Camagüey, mientras los locales disponían de un nuevo lanzador que fuera capaz de impedir que botara por tercera vez, aquella tarde, la ya extinta Mizuno 150. La instantánea la capturé durante la serie 51, la última con estructura de 90 desafíos o más por selección.

En su primer turno al bate, el 24 de Sanct Spíritus la había mandado de línea sobre los 356 pies a la zurda, y en el segundo le había descargado toda su fuerza a una curva alta desde el cajón de enfrente. Segundos más tarde a la imagen, daría una nueva vuelta al diamante, otra vez gracias a su mano “equivocada”.

Este lunes recibí la noticia de que el mejor bateador cubano que he visto en vivo irá a Japón para jugar con los Gigantes de Yomiuri una especie de Industriales en la segunda liga de béisbol más potente del mundo a través del primer contrato millonario de un pelotero que resida en Cuba con un club extranjero.

Pero allí, en el equipo emblema de Tokío, desde el mes de diciembre milita otro cubano, y camagüeyano por demás señas. Se trata de Leslie Anderson, unos de los talentos beisboleros más grande que ha dado la tierra agramontina en lo que va de siglo y que desde el 2009 decidió probar suerte en otras latitudes.

Probablemente Leslie sea el guía de Cepeda en muchas cuestiones. Lo más seguro es que le enseñe algunas palabras fundamentales del idioma nipón (las poca que él conocerá) y le advierta sobre ciertas comidas típicas.

Es posible que compartan habitación durante alguna gira y hasta puede que su futura alianza sea culpable de que la palabra “Cuba” sea pronunciada más de lo pensado en aquella ciudad (al menos luego del III Clásico). Tal vez 40 mil aficionados de ojos rasgados griten cada noche el nombre de la lejana isla de la cual provienen, aunque muy pocos se imaginen que su llegada respondió a negociaciones muy diferentes.

Apostaría que conversarán de todo. Se harán preguntas mutuas y cada uno intentará ponerse al día con el otro. Y sé, porque sucederá, que hablarán de la tierra que los vio nacer y de los muchos “y si…” que cada cubano lleva por dentro.

Pero al final nada de eso importará. Porque -uno camagüeyano y el otro espirituano, uno negro y el otro mestizo- los dos cubanos vestirán el uniforme gris con tonos naranjas y pretenderán reinvindicar el prestigio del béisbol caribeño en esas tierras tan orientales.

Mas también es probable que un día, mientras uno sea tercero y el otro cuarto en el line-up, y se encuentren a la espera de un nuevo lanzador que pretenda dominarlos, levanten la vista hacia la inmensidad del Tokyo Dome y contemplen la belleza de este deporte. Quizás entonces Cepeda recuerde la vez que hizo lo mismo en el Cándido… y Leslie también.

2 respuestas to “La belleza del béisbol”

  1. Bro. que bien, ambos pensamos en Leslie…ya sabes problemas en el programa de Béisbol Internacional con los Gigantes de Yomiuri

    • Sip, ahora no sé como se las arreglarán para trasmitir algún juego de ese equipo. Quizás en el contrato de Cepeda exista una cláusula que diga que de vez en cuando Leslie no juegue pa que los cubanos puedan poner en su televisión un jueguito de los gigantes…hahha

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